¿Piel sensible? Esto puede estar irritándola sin que lo sepas

La piel sensible no solo se manifiesta con enrojecimiento o escozor. A veces se presenta con brotes ocasionales, sequedad, sensación de tirantez o simplemente con una reacción a productos que “a todos les funcionan”. Y cuando esto sucede, solemos buscar la causa en los cosméticos… pero rara vez miramos hacia el entorno donde dormimos.

Tu almohada puede ser el desencadenante silencioso de la irritación de tu piel.

Cada noche, tu rostro pasa entre 6 y 8 horas en contacto directo con una funda. Si ese tejido es algodón convencional, puede que estés generando una fricción constante sobre la piel sin darte cuenta. Y esa fricción, sumada a una superficie que absorbe humedad, productos y bacterias, no hace más que agravar la sensibilidad.

El algodón:

  • Es áspero a nivel microscópico (aunque no lo parezca).

  • Retiene residuos de productos, maquillaje y grasa.

  • Absorbe la hidratación de tu piel.

  • Genera fricción que altera la barrera cutánea.

Si tienes la piel sensible, necesitas reducir al mínimo los estímulos externos. Y ahí es donde entra la seda de morera pura.

La seda:

  • Es hipoalergénica por naturaleza.

  • No retiene bacterias, evitando reacciones inflamatorias.

  • No absorbe productos cosméticos ni la hidratación de tu piel.

  • Es tan suave que reduce al mínimo la fricción.

Pero no toda seda es igual. En Nytsleep trabajamos exclusivamente con seda de morera 100% natural, con certificación Oeko-Tex. Esto garantiza que no contiene sustancias tóxicas, pesticidas ni químicos dañinos, lo que es fundamental para pieles delicadas o reactivas.

Dormir sobre seda es una forma pasiva de cuidar tu piel: tú solo descansas… mientras ella repara sin agresiones externas.

Si has probado cambiar tu rutina, reducir productos, e incluso mejorar tu alimentación sin ver mejoras, prueba mirar más cerca: prueba mirar tu almohada.

La diferencia no está en cuánto haces, sino en con qué te rodeas. Y en Nytsleep, creemos que el entorno del sueño es la base invisible del bienestar.

Regresar al blog