El algodón ha sido durante años el rey indiscutible del dormitorio. Se asocia con suavidad, con limpieza, con lo natural. Pero lo que muy poca gente sabe es que dormir sobre fundas de algodón puede estar perjudicando tu piel y tu cabello mucho más de lo que imaginas.
No se trata de alarmismo, sino de ciencia. El algodón convencional tiene propiedades que, aunque funcionales en ropa, no siempre son ideales cuando lo que está en juego es el rostro con el que te despiertas cada mañana.
El algodón:
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Absorbe la humedad. Esto significa que tus cremas, tu hidratante y el agua natural de tu piel desaparecen durante la noche.
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Acumula residuos. Si no cambias la funda cada 2-3 días, estás durmiendo sobre restos de sudor, maquillaje, productos y grasa.
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Es abrasivo. Puede parecer suave al tacto, pero a nivel microscópico genera una fricción que, noche tras noche, puede fomentar la aparición de arrugas, brotes o rojeces.
Ahora imagina todo eso actuando durante 8 horas, cada día, en contacto con tu piel.
Por eso cada vez más dermatólogos y expertos recomiendan cambiar el tejido de la almohada, especialmente si sufres:
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Acné persistente
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Piel seca o con rosácea
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Inflamación sin causa aparente
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Líneas de expresión prematuras
La seda, en cambio:
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No absorbe tus productos. Se quedan en tu piel, donde deben.
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Es antibacteriana: impide la proliferación de microorganismos.
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Es lisa y suave: elimina la fricción y ayuda a mantener la elasticidad.
En Nytsleep creemos que el cuidado de la piel no termina con la rutina de noche. Continúa mientras duermes.
Y para ello necesitas un entorno que acompañe. La seda de morera pura, sin químicos, sin toxinas, testada dermatológicamente, no es un lujo. Es la continuación lógica de una rutina que busca resultados reales.
No es solo lo que haces por tu piel. Es lo que dejas de hacerle mientras duermes. Elige sabiamente.